Introduzco muescas entre arbitrarios conciliábulos.
Perplejo bienaventuranzas de cláusulas plausibles.
Introduzco, perplejo, vocablos inauditos tras la veja de misticismos utópicos.
Perplejo, introduzco aguaceros bajo penas de un milesimal complejo.
De un milesimal inusitado, de un milesimal austero.
Entonces,
perplejaban introducciones hasta desvaríos de iracundas náuseas extremando olvidos.
Entonces,
introducían, perplejaban, sofistificaciones ante limitaciones de una austera sílaba cognitiva.
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