El sinuoso recorrido de artificios elocuentes puenteaba raptos de belicosidades admisibles.
El abismo de caminos altisonantes penuriaba solícitas mareas de terminaciones inusitadas.
El sinuoso, no; el abismo, no.
Entonces, cabizbajo, presagia insinuaciones de probos acometidos.
El sinuoso, sí; el abismo, sí.
Entonces, toda senda derrama la sangre de un mineral sucedáneo, de un mineral volcánico, de un mineral yugulante y periférico.
Entonces, cabizbajo, reclama partos de un universo sendérico.
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