Tiempo

Bajo el pusilánime anquilosamiento

ojos abrasivos coexistían.

Los párpados volcánicos emitían sinceras máculas de su derrame.

El hielo del entumecimiento desmentía figuras móviles.

Un arrimo, tan solo un ápice del rubor, clandestinaba la euforia de las misceláneas.

Tan solo un simple vejamen;

tan solo un mero despertar,

tan solo una reliquia de sagradas osadías brindaba un pudor sagrado.

Entonces miré:

vencido, obligué ese estupor bacano;

victorioso, prohibí ese tiempo, esa espera, esa esperanza durante los cielos de suelos agrietados.