Limpian estruendos manos
dispares;
limpian criterios
disonancias palpables.
Un grito subsume, pliega,
demanda, fustiga.
Ante las pulcritudes de
sinceras obediencias,
ante su rapto, ante su
inclinación,
persuade limpiezas el
rubí tumultuoso.
Nadie invicta sosiegos
plausibles, sin embargo.
Nadie hiere, nadie
ignora;
nadie limpia atroces
convulsiones de preámbulos cognitivos.
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