Abro, cierro.
Perpendiculo abismos
hasta brevedades mausoleicas.
Abro el extinto, cierro
la exigüidad;
de tu atajo, de tu
quimera, de tu hechizo.
Abro, cierro.
Postulo el acuerdo ante
la fluorescencia de las auroras.
Detengo el sofisma,
detengo cada radiante
hegemonía hasta la convicción;
de tu vejez, de tu flor
benigna constatando cada abeja hasta las bienaventuranzas de las
credulidades.
El dispar hito rebuzna su
sed terca sobre oraciones del estupor,
y, durante letradas
carátulas, el perdón del olvido merma aquejándose mortuorio.
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