Ríos tácitos dominaban
esferas.
Hacían de cada
destemple, de cada década, de cada mácula,
vigilias hacia los
mañanas de las lluvias.
Aguas silentes acobardan
tempestades.
Bajo la furia, bajo la
impetuosidad, bajo las clavículas,
onirismos hacia los
despachos de las sequedades.
Sabré confluir, sabré
argüir;
cada noche sentirá su
oráculo desde sus repentinos, desde sus presenciales.
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