Triángulos efervescentes
vi.
La despiadada rumia
aquejando mosaicos,
la corriente angulosa
desterrada hacia sus planos,
la salitre, el rumbo y su
quietud.
Toda geometría florece
bajo los cotejos de un visceral arreglo,
todo cálculo y los vanos
números.
Ante la pérdida de mi
visión,
estimulé un rechazo,
una convicción, un alineamiento.
Ante aquel triángulo
demoro, esquivo y muero.
Ante ese triángulo
memorizaré cada esquina, cada rincón, hasta el regreso de su
herida.
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