Advertiré la herida;
sanaré su estupor;
mantendré alejados los
impactos;
aficionaré el claustro.
Los ojos de las nubes no
perpetran iniquidades.
Desechan, olvidan,
rehacen
el patíbulo de las
mortandades.
Entonces sabré el
desenlace,
y esa herida,
y ese estupor,
y ese impacto,
y ese claustro,
y jamás soñaré inicios
de mengua aletargada.
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