Admisión febril constata
desvaríos prematuros;
tesón transparente
constata durmientes plegarias;
sincrónicos vapuleos
constatan la hora de los divagues,
constatan los minutos de
los aparentes,
constatan los segundos de
los aurículos.
Cada semblante, cada
rostro petular, circunscribe,
entorna, maniata, pesa,
abre
y encierra un ojo
diluvial entre los desesperos del frenesí.
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