Tratos peyorativos
acumulaban el sosiego;
tratos de una marcha
astral, tratos de sendas animosas.
El temerario rincón de
una vocal
rumiaba el espanto de la
sílaba;
y, ansias de insomnio,
desterraban el olvido
encrudeciendo un pasado.
Aun el presente hiere las
mansedumbres de un pavoroso quiebre,
aunque dilatado, aunque
amorfo,
aunque, sed de espíritus
volcanizándose, dominaran los tiempos.
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