Mientras la tijera
deglutía apesadumbrada, un icono establecía su conducta.
Elevaba fronteras
advenedizas,
comía del hielo su arduo
conflicto,
azoraba tenaz dos
limitaciones aguardando:
su brillo, su hierro.
Mientras la tijera
aguardaba sinuosidades,
nadie dividía,
nadie percutía,
nadie derivaba sino
tácitos enteros en su mundo reflejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario