Aventuran pausas sus
perdidas dichas;
juzgan el pecado,
sostienen el milagro.
Cada carcomiente rinde
plegarias ante dédalos de faltas;
y, mientras carnívoro,
sólito e inmóvil clama su tempestad un hito presuroso.
Dentro de las bocas del
peligro se permite un verbo;
se dona, se instaura, se
abre sobre evidentes témpanos de misiones profusas.
Dentro de las vértebras
se comparte una sílaba;
se espanta, se vierte, se
cae
sobre los suelos
endiosados por lágrimas olvidadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario