Rectifica un cielo
náuseo;
completa, su huella,
rescatadas armonías de lo inesperado.
La consciencia duerme
arrobos de profanías ocultas;
y, en lo esotérico,
sueña un cielo su caída uniforme.
Nada desgarra, nada
somete,
nada acomete, nada
comulga;
y, durante la tensión de
las garras,
despierta una callada
cuenta su próximo vuelo.
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