Molía una perplejidad su
ámbito diestro;
crecía una imagen en
precipitadas telarañas,
la sien ritmaba un
diálogo,
la sien apoderaba una
lengua,
la sien comía lo
indegustable.
Cuando una disparidad
relame osadías extrañas,
el cuerpo de las arañas
preclara su convicción;
el ruido, el embuste,
su veneno.
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