Desmanes comentan
inciertos;
plétoras invictas,
espadas cautivas.
Mirares de desconciertos
auguran una tregua.
Y, bajo la astucia de los
pergaminos, su cólera derriba al náufrago.
Reconvierte su náusea,
derrite su asfixia.
Y, bajo la petulancia de
los austeros, la lejanía promete sus penitencias.
Mientras en lo alto
reinen los cielos,
cuando amordacen la
tenacidad y hablasen contra la irritación,
mientras, ¡mientras!,
vivirá todo ojo un luto
sin parpadeos rotundos.
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