Hallar un hueco tal vez
significase una ruptura. Hallarlo; circunrodearlo con ambas manos
hasta perderse en una búsqueda cognitiva. Hallarlo, desmitificarlo.
Mientras un hombre
intenta atravesar un muro, encuentra un hoyo. Persisten sus
divagaciones hasta colmarlo con esperanzas utópicas; malheridas,
insanas y reprobables. Mientras el hombre quiere atravesar una pared
errabunda mediante un examen portuario.
El halla un hueco, pero
adentro hay otro. Quizás su desazón invadiera pesares en su
conducta provisoria; tal vez su exploración ufanase límites para
verificar, para rectificar, fronteras, aunque también fuera probable
que desmayase ante las puertas del conocimiento.
Es que él, al hallar un
hueco, inmediatamente descubre otro. Así amplía, su percepción,
ámbitos sin escape alguno. Sin regreso, sin retorno. Así, él
perderá su existencia vital. O quizás, durante todos los hallazgos
de huecos en el infinito, el desgano aproximara -detalladamente- su
búsqueda insistente aunque jamás momentánea.
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