Envuelvo todo lo que ante mí
aguarda. Envuelvo elementos vivos, elementos muertos; quito la más prudente
hoja de la planta más feroz.
Formando un círculo alrededor
de mi paso, dejo cicatrices lavadas con el polvo de una roca. Pasos certeros,
pasos conformes a quien desde alturas demuele librando objetos para caer.
Aceleraré mares, prodigaré
encierros y veré la destrucción de mi existencia dándose cuando atraviese
espacios dolientes con la única mano sedándolos. Y aterrizaré, descenderé para
luego volver hacia mí, hasta mí, hasta mi elevación usual donde reino, mando y
dirijo cuanto huye, cuanto atrapo.
Formando aquel círculo nivelo
las antorchas de las carreras más injustas; las carreras para sobrevivir y
establecerse, la carrera que siempre hacia un final corre tropezando con la
misión como idea.
Era un huracán, y seguiré
siéndolo. Era un huracán viviendo la valentía de mis presas. Era un huracán
horadando su último camino, su última imposición, su última postura ante siniestros
destinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario