Cantará desde barrancos y con
furores paganos. Ella, la tierra, despertará a los días y adormecerá a las
noches; ella, la tierra, contemplará mares de afrentas puntiagudas con temor
seco de convicciones puramente, cuando sepa, cuando arrastre, sigilosas
humaredas hasta el relincho de los desiertos.
La tierra cantará cuando sol y
luna desaparezcan. La tierra dirá sus sones sin compases aunque con vientos
atosigándola denodadamente. Ella desolará tribus de cautivos desenfrenos con
motín de un campanal vociferándose audito; vociferándose ahíto, tenaz, plural
hasta un medular resquiebre de vértebras, ante la música de un cielo oscuro y
sin astros. Y fingirá, atormentará noctámbulos desenfrenos con júbilo y
espanto.
Al verte, tierra, serás
persona. Serás apasionante clamor de debates constitutivos hacia desmayos
paradojales. Serás duelo, y serás alimento; serás puerta, y también, ventana
hacia astros merecedores de arrebatarte, tierra simple.
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