Diré convertirme en profano
atesorador de cuantas bestias me aclamen. Las hallaré y buscaré delante y
detrás de escorpiones de bronce reflejando quintales de olvidos.
Dirás que no hay tales
animales libres. Que no hay tales reflejos y tales ordenanzas; que no cederán
los rumiantes a cavilar por un pluralismo de estruendosos mañanas descifrándome
despierto, son dichos de quien ufanase desvelarme. Pero si todo no fuera un
sueño, si los elementos oníricos prohibiesen emplearlos, dirás que un hombre
soñando es peculiar recuerdo de cuantos teatros desfilasen otrora tras
magnetismos.
Dirás cederme ante oficiales
de un solo y mero símbolo acuartelado, de un Dios aguardando mi almacenamiento
llevándome a ultratumba como fiel cobijador. Pero, por ser bestia, por ser
animal encabritado y deforme, hallaré a los míos junto a sendas de un patíbulo
llano.
Diré transformarme en hombre
al soñar, y en bestia al dormir; aunque no aúllen nocturnas mis voces intentaré
ladrar día a día en jaulas solitarias de pesadumbres clandestinas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario