Si abdujera todo tu
vocabulario
palpitarían en mí abruptos
delinquires por resucitar arcanas palabras.
Nada temo al tiempo, todo temo
a la muerte.
Este pesebre de
consideraciones no es mío ni tuyo,
aunque flotaran reminiscencias
de náufragas tertulias.
Soy quien vino, quien va;
soy quien yendo y viniendo
desgarra profecías proclamándolas invisibles.
Mis palabras van, ¡sí!,
pero van hacia un río
aunque no para disolverse;
sino para desplazar
magnitudes,
para hundirse,
para olvidarse,
para ser cardumen que come
palabras de vidrio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario