Relámpagos de la impiedad,
cicatrices entre vientos,
nunca sabré adorarlos al
llamarlos sorpresivos.
Las llagas de mi piel tienen
sus firmas, sus arrebatos.
La sangre de mis venas, su
electricidad, su cadencia.
Y por más que no pueda
augurarlos,
con ustedes caeré desde
tormentas humanas hasta los cementerios de las cenizas.
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