Pájaros sobrevuelan encima de
casas y edificios. Algunos en lo bajo, otros en lo alto, quieren discutir sus
vuelos ante nubes que ocultan partes del cielo amenazante. Las aves crean una
discontinua ruta atravesada por otras, donde nadie jamás hubiera advertido al
sol con cicatrices. Errabundas, una se retira hacia lo alto mientras otras
descienden. Pero aquella parece ver una ventana, una puerta. Los pájaros
comienzan a ser abstraídos uno después de otro tras esa carrera parlamentaria.
Y así, las nubes, las plantas y los árboles declarando un cielo hambriento.
Por lo bajo, sobre el suelo,
el desierto restante se dividió en un único horizonte, con grandes puertas y
ventanas abiertas. Y una eterna noche ocupó los claros aires donde el cielo no se
diferenciaba.
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