La reunión se hizo entre
varios para deshacer antipatías. Cada uno sopesaba coherencias multiformes,
según la forma de arrebatar vidas que tuvieran. Y se habían presentado armas de
todo tipo, durante, entre y hasta la última reunión.
Sabían que de desafueros se
trataba, de aniquilar a quienes estén en reuniones o mítines de diversa índole.
Aguardaban, los expertos en armas, el último respiro para darles matanza.
Creían poseer distantes argumentos ante quienes entre sus plegarias ufanasen
los mundos. Y no se discriminaban jerarquías ni privilegios cuando de matar, en
presencia y mirando caras, lo hacían.
Pero yo armaré el último
cónclave, lo difuminaré, lo distribuiré hacia quienes apelen a mis costumbres.
Será un mitin inesperado y crucial, y alejado de los acechantes. Es que soy un
numen, un serafín con cualidades de ultratumba para reuniones fuera de tiempo y
espacio.
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