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24/1/13

En el yugo


Van y vienen esos animales  cercando el maderamen hasta rozarlo. Lo miran, lo observan hasta medirlo cruel estadio donde yacer. Y los efluvios de cada acercamiento, funden las expoliaciones de quien los cuida.
Pero habían comido, y dormido; habían estado intactos sobre éste y nada pudo remediarlo. Miraban de reojo el yugo viendo asimismo la cuota de hierro accidentalmente dejado. Y las osamentas de los anteriores, animales sin tregua ni osadía alguna, los arrebató.
Vienen, van: esos animales deshacen los destierros hasta coaligarlos despóticos ante la madera. Esos animales saben, mirando y observando, que nunca podrán escaparse, abrir senderos donde tal vez la mínima razón de sus antojos se arremete y los asfixia.
Pero fueron atentos, sus densos caminares premeditaron una fuga que los depararía en montes ante lagos entre la densa oscuridad merodeándolos. Y, sin frotarse frente a aquel hierro, ante sus filos y demandas, se fueron y libertaron sus muertes.
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