Arguyo preámbulos hilvanándose desde minutos, horas, días,
arguyo la contemplación, arguyo la bóveda del núcleo de un sofisma despierto,
despierto y destierro volumetrías de inicios corpusculares hacia insomnes divagues de asiduos desmanes transformándose en lágrimas, llantos, penas, rememoradas bajo cúpulas de un exilio rutinario entre díscolas frentes de mimetizaciones insípidas,
insípidas y deformes acelerándose ante el nimio estupor de la gnosis,
arguyo preámbulos hilvanándose desde minutos, horas, días,
tal vez sofisticándose partos de una mengua voraz,
voraz e hilvanadora desde minutos, horas, días, hasta la seca instancia de una reliquia,
de una vorágine, de un sincero bagaje de atenuidad usual.
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