Sufre una lágrima su perduración longitudinal.
Semejando euforia persuade un resto precipitado sobre todo oráculo vertical.
No reñía, no se oponía siquiera a mantos de una columna visceral.
Así obtuve su percance,
su rostro, su término y triunfo.
Así obtuve su vacío, su voz y encuentro.
Sin embargo las precariedades de una náusea infinita, regresan hacia la finitud de un ocaso mermado, díscolo, penumbroso y cláustrico.
Míseras destinaciones atendían cada caída,
hasta el fin,
hasta el desenlace de una elocución en el índice de su segmento numeral.
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