Espátulas afrentan
minúsculos arrecifes de constantes parpadeos.
Es un ojo que ve, es un
ojo con pupila horadando más y más sombra bajo el tentáculo de sus
espinas.
Al cerrar ojos,
maquinarias sublimes contraen números.
Es una fórmula sagaz, es
una fórmula repitiendo columnatas de insomne vacío.
Huella temible, huella
infinita; cadencia hacia los estímulos de las peripecias.
Al abrir ojos, al cerrar
y abrir, al cerrar, al cerrar,
consulta una
vespertinidad su crucial advenimiento.
Por más hechizo, por más
vaticinio, por más ardid;
más allá de rechazos
fingiendo la liviandad de una pupila por más vista.
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