Petrifico caducas
oposiciones;
rechazo prometidas
huellas;
seduzco las salientes
dicotomías de una razón táctil.
Atropello mirares
anunciativos;
miro el gregario ancho,
miro la petulancia
acérrima,
miro el estandarte
convulso,
reconozco la
impremeditada cordura.
El tallo quebró,
sus hojas tomaron su
rapto;
el tallo quebró,
no hay más capullo de
cielo.
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