Cuando astillas siderales
anclan su peso iracundo,
el penitente oráculo
revive,
el desafiante mártir
asume,
el mitólogo auspiciante
ve,
la insignia plurivalente
toma su entorno.
Lo apabulle, lo desquita.
Entonces, entonces cuando
la cósmica madera percibe su nota,
sucumbe el vuelo del
tintero amortajado;
y, lo añejo, y, lo
distante, derraman su voz herida tras los futuros de sus capítulos.
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