Ante premuras del encono;
ante prefacios
efervescentes y columnas tesoneras,
sustraigo el tenue brazo
encumbrado bajo pieles del ocaso.
Sostengo la lágrima con
las uñas de las fantasmagorías,
y, el efluvio, con
sincerismos coagulando bajo hierro.
La condición es finita.
El relámpago es breve.
La transmisión
perdurará.
El cónclave está
muerto.
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