Destinando,
perseverando,
concluyendo,
abismando,
se derriten los oráculos
de las atónitas aglomeraciones.
Y, desterrando los
desdenes de impávidas oraciones,
se ejercitan los tácitos
hacia el radial orfebre de lúgubres osadías.
A veces resuena un
consuelo meditando valles de parcelas moradas.
Otras, se desvinculan los
tentáculos de obediencias climáticas ante el fervor,
el júbilo,
el frenesí,
el caos,
y el misterio de
bocanadas de pasos hacia la desesperanza alquímica.
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