Teme una catástrofe su
rutilante confrontación.
Agradece un espía su
cuota de sanidad.
Excepto las melancolías,
no se destierra un adoquín de su suelo;
excepto las desolaciones,
no se continúan cielos despiertos,
entonces socavan,
entonces perpetúan,
clarividencias de un
animal sonámbulo.
Teme una sonoridad su
decaído belicismo.
Agradece un color
texturas viriles allende misantropías paganas.
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