Corregir la espesura
milimétrica;
coser la magnitud de un
brillo;
sembrar la pericia de lo
nombrado;
responder con lágrimas
secando presunciones,
es reticencia,
es osadía,
y es mito.
Fábulas, variables de lo
deshecho, percuten el helado manto de la rigidez.
Permiten el ocaso, adoran
el aplomo.
Y, ante la desazón de
los nidos del criterio, es riguroso el asecho.
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