Alcanzaba una muesca su
tiraje alusivo;
permitía un semblante su
gesto perpetuo;
admitía un roce su
pagano instinto.
Cada audacia conjeturó
precipitaciones candentes;
y, durante las
adquisiciones,
y, durante las
prefiguraciones,
alcanzaba permitiendo
audiciones el silencio desaparecido.
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