Un
pájaro cae al agua. Caza peces; devora pescados entre la vorágine
de erróneos cálculos.
Asimilando
degluciones, aquel pájaro desnutre su tránsito bajo las aguas de
ríos perniciosos. Alimenta su organismo; alimenta ese espíritu
flatulento con las escamas de profundidades insapientes.
Pero
al temer asfixiarse emerge aleando huellas con su vuelo
inmisericordioso.
El
pájaro se eleva. El pájaro intenta olvidar la fuente de su dicha
carnívora. El vuela, aunque caiga, por ineficacia de sus alas
mojadas, nuevamente bajo las aguas.
Pero
su devoción frente a los cardúmenes aumenta; pero su interés
frente a los peces se incrementa; pero su inclinación frente a sus
pulmones, se deshace, mientras el ave ahueca, mientras el pájaro
subsume, una inmersión infinita bajo las aguas de las continuidades.
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