Multitud, somnífero
caótico estimulando, caminaba. Desde los límites de la parsimonia;
hacia las estelas de los aires, paso a paso, dormía lentitudes.
Un cúmulo emergía desde
el lago, otro desde la montaña. Se enfrentarían, escabullirían sus
brazos uno frente al otro. Y, cuando salieron todos del lago,
expandiéndose circularmente, vieron a los demás juntándose -en
círculo- contra ellos.
Había grandes y pequeños
hombres, aunque desaforándose exhaustivamente. Y corrieron, y
abarcaron, productos de una fe sólita.
El choque, el
enfrentamiento, dirigió caídas y maniató curvas. Nadie sobrevivió,
nadie vio siquiera la lluvia tenaz. Agua que pronto deshizo a los
muertos; agua que repentinamente crió el lago, y, éste, atravesó
todo mundo.
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