Tajos sobre un mismo plano:
tozudez de líquidos inquiriendo subrepticiamente. Sobre la hoja, sobre la hoja
y su planta; sobre el verdor celestino de su piel. Y, a una imprudente altura,
asomándose, vulnerablemente.
Si hubiere sucedido frío,
sería una hoja de cristal; si hubiere, en cambio, hilvanado los trascenderes
con altas temperaturas, sería perteneciente a los estereotipos sin maquinación.
Entonces, ella, exhausta, decidió desprenderse, decidió sobrevolar a escaza altura
hasta abandonarse sobre los suelos.
Mientras otros objetos tenían
tolerabilidad amplia; ella, mientras pudo resistir bajo la lluvia, lo hizo.
Pero el escalón de las diferencias no siempre resuena con insectos, sino
desplazando elementos.
La hoja, cicatrizada, danzó
quieta, e infinitamente, descomponiéndose con sus tormentos.
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