Arboleaba cierta vegetación blandiendo
en la oscuridad. Cierto árbol, cierto vegetal. Arboleando identificaba la
separación entre ambos mundos.
Desde que había sido plantado,
residían, sus hojas y flores, bajo tierra. Las raíces, enarcadas, proliferaban
entre los vientos donde el rocío se acercaba, se alejaba, y desaparecía.
Desde que había sido plantado,
humeaban, sus semillas, a poca distancia; siendo ubicadas apenas milímetros de
sus segregantes.
Y la justificación, y el
motivo, había sido permanecer bajo las sombras, alejadas de toda luz. Y aunque
urgía la necesidad humectal de las raíces, por más agua requerida, se blandían
entre tenuidades solares ciertos rocíos, ciertos respiros.
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