Por partes irás hacia el sol,
tierra. Solo por partículas verdosas, y hemisferios consagrándose a itinerarios
vastos, irás, tierra, hacia el sol.
Lúgubres atrios dispondrán
para tu reposo. Albergarás el fuego, lo tendrás con tu hielo oscuro aunque
nutriente antaño en aquél, tu planeta. Ya nadie ni nada se interpondrá ante tu
visita; ya no habrá visita, sino hospedaje eterno para materializarse árbol sin
frutos, y con nubes, y con satélites.
Ya las hojas de tu arbusto
sedarán tangibles partos de osadas partituras con musicalidad heroína al
permitir, al lograr, plantar en el sol.
Es que a vos, sol, ella, la
tierra, deberá cuanto organismo descifrase hordas de hormigón lacerante en
cuestión de abruptos segundos mellados. Es que a vos, sol, debe y deberá el
día; y la comprensión de las noches. Debe y deberá cada tallo, yuyo, y
terminales maniobras quejumbrantes al oír, al despedirte, aunque visitándote.
Habrás ido, habrás vuelto.
Siendo tu visita tenaz y sin comparaciones secuaces habrás ido, habrás vuelto,
sobre un sol despertándote firmamental.
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