Peso sobre superficies dilatándome.
Cada pisada queda en cada camino una vez atravesado; y por más vorágine en mí,
cavilo.
Ante insomnios de un solo día,
noches sonámbulas patibulan acrecentándose vertiginosas. Sé de trayectos
cortos, también de cuantiosos; aunque desconozca, aunque ignore, millares de
estridencias maquinariamente solidificándose debajo de mí.
Ante oníricas divagaciones se
entumecen piernas y brazos. Un mero cuerpo enardecido es voz de espanto para
quienes redundan apuntalando melindreses. Un ritual, una esperanza. Y un ritmo,
vísceras ambiguas y sulfurosas relatando velas hasta la consanguineidad
perpetua de claros.
Pero sé caminos pululando
tenacidades con intactos refugios, para mí, para mi desconsuelo y tarde susurrante.
Ya destronando los recuerdos,
reconoceré haber dado un paso, tan solo uno dada la inexistencia de estructura
ósea en mí. Sin huesos obtenidos, al carecer de un andamiaje siquiera
deteriorado, estimulan pusilánimes músculos contra carnes embravecidas para
alimentarse del sólido suelo. Donde anclaré, donde visitaré, siendo único
recurso para unificarme ofreciéndome ser senda, cimiento, basamento de
estructuras al fin: antes columna invertebrada y ahora piso deambulado seré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario