Arrecian las gotas finas
texturas de pieles dilatadas.
Chocan, quiebran, destellan y
corrompen al abrirse durante vastedades de horas.
La penumbra es fiel,
tal vez su ocaso también lo
sea.
La penumbra escruta dignidades
anquilosadas de fueros bautismales.
Pero el agua, su goteo,
refiere poseer aún más fidelidad que las sombras;
más temerosidad que las llamas
y más lumbre.
Acá, detrás del vidrio, cotejo
la excepción de las tormentas,
o quizás su carbón veraz;
es que acá, lejos de ellas,
consulto oráculos viendo que aquellas gotas no mojan,
y que aquellas sombras devoran
con luz el invernadero de los profetas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario