Ante la niebla sigo un camino,
maltrecho, juzgado con ansias
veloces derrapándome nebuloso.
Los márgenes dilatan cada vía;
cada senda es mero acoplar de
siluetas iridiscentes.
Mengua el sentido,
se aboca a colores
despachándome pertinaz tras su bocanada de direcciones.
Me sé adoptivo de
alcanzamientos,
fugaz en retiradas.
Ante la niebla llego a
huracanadas estrellas
y acerco, conocen mis pasos
tiranías hasta llevarme y arrojarme,
acercarme y retirarme por un
pasadizo.
La senda será por mí olvidada,
recóndita desaparecerá la
niebla.
Y en el secreto de los
objetivos bañaré mi sien en el oro de las desgracias.
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