Atiborrado de percepciones resisto
y alejo mi cuerpo. Los sentidos se suicidan cada vez que los retengo, que los
desapropio y expiro.
Vocales sonando ante mí
desapropian cualquier veredicto hasta insuflarlo siendo ecuánime. Son voces
descoloridas buscándome más allá de los límites de las sensateces; y sustraen
cada significado si prolifero y callo. Pero quieren conducirme donde cada
sensación es percibida hasta el hartazgo, hasta la niebla de las simbologías
candentes. Son vertientes de plurales donde cada singular atajo las convertiría
en sentido. Pero no, no dejaré mutilados mis sentidos ante la raudez de las percepciones
emitidas allá, detrás de la colina. Allá, donde caen los visitantes.
Tiempos veloces, tiempos
invisibles, son decoro de significados mortíferos. Tiempos donde nada ni nadie acude
a despertar un solo milagro instaurándose en una sola percepción momentáneamente.
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