Tenaz tiempo finito:
Tiempos indecorosos arropan
mis sentidos. Los sé, los reconozco midiendo la última pluma de un ave que,
marchita, bebe la sangre de mi último despertar.
Hoy es el día, hoy moriré.
Detrás de mí nada dejo; sólo una minúscula letra perteneciente al olvido. Al
mío. Notándola como si fuese un testamento, la borro, le saco la tinta de
abstractos pesares hasta hundirla en las desacatadas ceguedades. Nada podrá
quitarme la efervescencia de este último día. Nadie quebrará llantos, porque a
nadie conozco; pero si aquella ave volase hasta vos, tiempo finito, sabrá
cantarte oraciones para enterrarme en desiertos de escasas huellas.
Pero podré volar, sí, volaré
hacia las alturas jamás desperdiciadas. Aunque sólo para caer, para morir
nuevamente disecado, quieto e imparcial.
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