Repetir uniformes monólogos
desalienta un atisbo de pluralidad. Son devastadores los dictados que desde una
persona se evocan cuando entre cisnes de plumajes fosforescentes hay un lago de
estelas extintas.
Al verte desemboco en una
sílaba, una unívoca aparición de una palabra ya expresada, ya con desenfrenado
interés cortante. No la repito, no le exijo argumentaciones de más de un solo
tipo; creo en su voluminosidad por ver cuerpos formándose alrededor. Y ante la
singularidad por mí establecida, se arrullan aquellas aves sin volar más alto
que la superficie de las aguas.
Repito el monocorde, reitero las
vocales y consonantes una vez dichas. Pero tu voz no cambia, no varía mientras
los pájaros comen peces de un lago trasnochador.
Cuando contás números, revivís
mi ilusión: la náufraga meta de nadar entre carnívoros, aunque desconozcas las
profundidades de plurivalentes voceríos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario