Por debajo, por debajo de los
cimientes.
Creo reconocerte, sorprendés.
Por arriba, hacia alturas
irreconciliables desprendés la furia de una garganta rojiza.
Creo reconocerte, invadís.
Y, sobre el entorno, ninguna
mueca pierde su temor aplastada por la lenta caminata de la muerte.