Se personifican sitiales donde
meros arrobos desafluyen. Se quiebra la tez del impávido, se arrodilla el
inclemente y se esfuerzan las contadurías de piélagos sin nombre austero.
Las correrías murmullan un
apocalipsis en flor; mientras los conglomerados de capullos se tiñen de su
única variación tentacular. Hay desmán en los entes durando todos los años de un
infinito auxiliante. Sé de reos yéndose, de procaces convirtiendo su última
partida en principio socorrístico. Aunque sé de un lugar, aunque sepa de un
escándalo consignándolo ebúrneo con semillas del primer avatar diciéndolo aglomerante.
Las cacerías conducen a partir
de los finales. Los tiempos me arredran asignándome un momento donde hacer
detenimientos. Aunque huela a guerra, aunque marchites los finales con
deducciones inicuas, escapar es y será la única salida como naderías de un
mundo en término.
Y no saldremos, no. Es que no
podremos, no. Lo último es evacuar, porque acá, desde que ente guerrero me
demuestro, abrasare conformes sitiales del horizonte ajeno.