Discutían aquellos por la
conveniente ubicación del patio en construcción. Algunos querían hacerlo
circular, y otros cuadrado. Pero quienes mandaban lo decidieron rectangular.
Antes de la confirmación de
cada baldosa, las digresiones dominaban estructuras rígidas entre los
constructores en acecho. Algunos temían que la tierra por debajo no soportara las
grandes mesas por ahí dispuestas. Pero las ventajas del cemento debatían hacer
del gran patio, un fuerte suelo donde edilicios cupieran. Todos desconocían las
reglas acerca de comunicarse con los dueños, y las polémicas se elevaban en
antorchas durante la carrera de ventolinas invisibles.
Solían disputar. Sus artes no
concedían estos quehaceres mientras no hubiesen preámbulos con que fabricar. Y
las intolerables muecas de los constructores se debatían las huellas de los
iniciados al caminar sobre los desconciertos.
Los jefes de lejos miraban,
los dueños ya no estaban, y los obreros seguían manteniéndose en acuerdo para
fabricar un patio cuadrado, o circular o rectangular. Y lo hicieron cuadrado.
Aquellos sones de una lejanía
admirable ha hecho del cemento una fusión junto al barro, y éste decrepitó,
moviéndose hacia ambos lados, un patio rectangular subyugándolos con sables de
insubordinación.