Te tiño de negro bajo el
sembradío de haces desolándote penuria. Temo no amordazarte ni atarte miembros
porque hazañas de verdinegras caballerías se elevan. Y ciño el temblor de tus
efigies al irradiarte presunta tortura amasadora.
Las claves del escape son las
muertes entre siglos de esperas sin tinturas. Estas deben prevalecer,
aquietarte y denunciarte relevantes ante los mismos aguardantes donde estás.
Esperan las cicatrices la bruma de los soles asediándote invista desde
renglones donde la primer medida es la contingencia de enclaves. Y te denuncio,
te arrebato, mientras creas lisonjear las penínsulas de los agravios.
Esperás las conveniencias
delatoras mientras blanco eres, porque en negro huyes. Esperás los encuentros
de personas donde poder ubicarte es tesoro digno sobre antenas de aullidos. Sé
que podrás reírte, difamar, pero será mientras te titules dándole muerte al
viento y vida a las nubes.
Serás espera, día y tarde;
serás quien se anime a clavar el naipe, y quien haga de maremotos unos tajos
alambrados. Serás, sí que serás, quien jale la soga, pero no quien diga el
momento preciso de limpiar rojas tinturas.