Medallas de hierro sobre tus
ojos hay
que acaban viéndote frunciéndote
calamidades,
que adoban dirigiéndote funcionándote
presa;
sobre las medallas tierra hay
que acosa temporalizándote
aguándote fusión,
que inicia un viaje de maíz ebulliciente,
y viéndote partida crisis,
y despidiéndose al sacarte unas
medallas.